"-Si quieres..."
Y vuelta a lo mismo. No sé como tengo que decir que no es lo que yo quiera, sino lo que tú quieras, porque esta vez la pelota estaba en tu tejado. Era tu puta elección. No había más. Porque sí, y a ver si te enteras de una santa vez, que si fuera por mi estaría pegada a ti como una maldita lapa siempre, en todo momento. Que todo lo demás carece de importancia si sé que vas a estar tú, ¿vale? Así que...¿por qué me preguntas eso? ¿Eh? Sabes a la perfección que no soy de pedir nada, y menos algo como que te quedes aquí porque a mi, una niñata caprichosa, se le antoja la tontería. No podría cortarte las alas de esa manera, ¿comprendes? Pero de vez en cuando a esta estúpida niñata le gustaría que eligieras por ella. Que tú primera opción fuera quedarte y así poder pasar el fin de semana juntos, ir a tomar café, ver una peli, reír contando bobadas, intercambiando opiniones...cualquier cosa. Porque recuerda que para ella su prioridad eres tú.
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Acababa de colgar el teléfono, que tiró acto seguido sobre el colchón con rabia e impotencia. Era ridículo. Otra vez con lo mismo. ¿Por qué no se atrevía a decir lo que realmente quería? ¿Orgullo o miedo a lo que pudiera pensar él? No sabía con exactitud, pero lo que sí sabía era que tanto por su parte como por la de él, esta ridícula situación se podía haber evitado.
